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General,  Sistema Cardiovascular

Síndrome de piernas inquietas

Síndrome de piernas inquietas

Varios estudios realizados en Europa, Canadá y EEUU apuntan a que el SPI podría afectar a entre el 4 y el 10% de la población (es notablemente más frecuente en mujeres). Y eso que su diagnóstico es muy complicado, debido a las muy diversas manifestaciones que puede tener esta enfermedad.
Dormir se convierte en una misión imposible, lo que afecta tanto a la persona que lo sufre como a su compañero de cama. Pero, ¿cómo saber si es esto lo que nos ocurre?

¿Le afecta este problema?

Hay varios indicios que deben alertarle y que caracterizan el problema del SPI. En principio, sufrir una incomodidad permanente acompañada de una necesidad imperiosa de mover las piernas constantemente. A veces es toda la pierna la que está afectada, otras sólo el tobillo o incluso un dedo. Estas molestias sobrevienen cuando se está en reposo y el problema se agrava por la tarde o durante la noche. Los síntomas desaparecen al ponerse en movimiento, lo que obliga a veces a salir a caminar en plena noche. Como consecuencia, resulta imposible conciliar el sueño y el cansancio es permanente a lo largo del día, a menudo acompañado de períodos de somnolencia. De hecho, durante la noche, el problema se produce sobre todo durante las dos primeras fases del sueño: la fase del adormecimiento y la del sueño ligero. Es más raro en la fase 3 (la del sueño profundo) y en la fase 4 (muy profundo), en las que, una vez dormido, al fin puede hallarse algo de descanso.

Los indicadores de esta enfermedad pueden medirse con una polisomnografía, un examen que consiste en captar los ritmos eléctricos que provienen del cuerpo -y en particular las piernas- mientras se duerme. De esta prueba se deduce la frecuencia e intensidad del problema.
De entrada, el cuadro no es nada halagüeño. Pero es que además el SPI no se manifiesta únicamente por la noche y estando tumbado, sino que puede aparecer en pleno día, mientras se está sentado, intentando relajarse o en lugares en los que uno no se puede mover libremente (un avión, un tren o una sala de espera, por ejemplo).

Pero, ¿por qué se mueven las piernas?

La primera vía que hay que explorar es evidentemente la del sistema nervioso. Al fin y al cabo, el SPI podría perfectamente rebautizarse como “síndrome de las piernas hiperexcitadas”. Por tanto, es lógico pensar que es sobre todo el sistema nervioso periférico el que está implicado, ya que es el que controla los movimientos de los miembros.

No obstante, los estudios muestran que probablemente también está implicado el sistema nervioso central (cerebro y médula espinal), y quizás en mayor grado del que podría pensarse. Y es que en este tipo de movimientos incontrolados la dopamina, un neurotransmisor producido por el cerebro, desempeña un papel muy importante. Lo que sucede en caso del SPI es que el cerebro parece no fabricar suficiente dopamina, o bien que los receptores la utilizan mal. Siguiendo esta hipótesis, ciertos medicamentos llamados “dopaminérgicos” (que replican la acción de la dopamina) han mostrado una eficacia de marginal a significativa en función de la gravedad de los síntomas. Por desgracia, estos medicamentos no carecen de efectos secundarios, y por ello muchos expertos coinciden en que deben ser recetados por un médico y únicamente en caso de formas muy graves del síndrome.

La segunda causa posible es un problema de retorno venoso (varices). Un estudio demuestra que el 36% de los pacientes que sufre insuficiencia venosa sufre también SPI. A la inversa, el 91% de los pacientes que sufre SPI sufre también problemas de retorno venoso.

La tercera vía que hay que explorar consiste en el metabolismo del hierro dentro del sistema nervioso. Mediante el diagnóstico por imágenes neurológicas, un estudio demostró que la disponibilidad del hierro en el entorno cerebral es un factor que puede contribuir o provocar el SPI. Y otro estudio efectuado en un hospital de la India mostró que, mientras que sólo el 6% de las personas sanas padece SPI, esta cifra aumenta al 34% en el caso de personas anémicas.

Las menorragias crónicas (menstruaciones abundantes y prolongadas) y las donaciones de sangre repetidas se asocian igualmente a la aparición del SPI. Además, las personas que sufren este síndrome suelen tener también niveles anormalmente bajos de ciertas proteínas esenciales para asegurar un buen transporte del hierro.

Nosotros vamos a apoyarnos en estas tres vías para ofrecerle soluciones a este problema.

Protocolo para calmar las piernas

Hay plantas y complementos alimenticios que pueden contribuir a estabilizar la actividad del sistema nervioso central y periférico. Aquí van algunos ejemplos:

  • Magnesio, el primer recurso

El magnesio es esencial para los estados de hiperexcitabilidad nerviosa y muscular. Un estudio efectuado sobre 10 pacientes con SPI (es decir, realizado a pequeña escala) demostró que tomar magnesio cada noche durante un período de entre 4 y 6 semanas reduce la frecuencia de los movimientos incontrolados de las piernas de 17 a 7 espasmos o calambres por hora(8). Es un avance significativo, ya que se pasaría de un movimiento cada 3,5 minutos a un movimiento cada 8,5 minutos… ¡y cualquier mejoría es bienvenida!

Así pues, tomar un complemento de magnesio es la primera de las medidas que debe adoptar. Apueste por una forma que sea bien asimilable, como el citrato de magnesio, para facilitar la tolerancia digestiva. Debe tomarlo a diario antes de acostarse. Partiendo de 200 mg, cada dos días vaya aumentando la dosis en otros 200 mg hasta alcanzar la dosis más elevada que pueda, pero siempre sin que afecte a su tránsito intestinal (es decir, sin que llegue a provocarle diarrea).

  • Valeriana, la reguladora

La valeriana (Valeriana officinalis) es una planta vivaz con raíces muy aromáticas que se puede introducir fácilmente en el jardín. Se ha convertido en un gran clásico de los herbolarios para ayudar a regular el estrés y el sueño.

En el contexto del SPI se ha llevado a cabo un estudio para evaluar sus efectos: durante un período de ocho semanas 37 participantes con edades entre los 36 y los 65 años tomaron o bien 800 mg de raíces de valeriana, o bien un placebo. El grupo que tomó la valeriana constató una mejora significativa de los síntomas del SPI, así como un descenso del nivel de somnolencia durante el día.Aunque el estudio utilizó comprimidos, la mejor opción para tomar la valeriana son las alcoholaturas (tinturas) preparadas a partir de las raíces frescas. Hay que tomar de 60 a 90 gotas por la noche, 30 minutos antes de irse a dormir. Si no nota ningún efecto al cabo de una semana, intente variar el momento de la toma (por ejemplo, pruebe a hacerlo 60 minutos antes de irse a la cama, en vez de 30) y la dosis (puede ir aumentándola progresivamente hasta las 90 gotas). También podría hacer dos o tres tomas al día en lugar de una (es decir, repartiendo el total de las 90 gotas en tomas de 30 gotas tres veces al día). Tenga en cuenta que las plantas son tratamientos eficaces pero no agresivos, por lo que sus efectos no son inmediatos. Asimismo, a veces una planta no comienza a mostrar sus efectos hasta que no se encuentran la frecuencia y la dosis adecuadas.

  • Sauzgatillo, el maestro de las hormonas

El sauzgatillo (Vitex agnus-castus) es un bello arbusto que crece en zonas húmedas de la cuenca mediterránea. Sus racimos de flores son magníficos y dan lugar a unos frutos pequeños que recuerdan a granos de pimienta. Las partes que se utilizan tradicionalmente son esos frutos, aunque también a veces sus hojas, con las que se prepara una infusión muy aromática.

Pero volvamos al SPI. Hemos visto antes que las sustancias dopaminérgicas pueden ayudar a regular este estado, y por eso el sauzgatillo es un aliado de peso. En un estudio realizado sobre 12 personas (es decir, de nuevo a pequeña escala) la ingesta de 40 mg de extracto de sauzgatillo al día (el equivalente a 360 mg de planta seca) alivió al 42% de los pacientes. Además, aumentó la eficacia de los medicamentos dopaminérgicos en el 33% de los casos, en uno de los cuales incluso se pudo dejar el medicamento en cuestión (pramipexol). Y lo mejor de todo: no se observó ningún efecto secundario.
Hay que tener en cuenta que el sauzgatillo tiene una acción hormonal y en la mujer favorece una mejor producción de progesterona, mejorando el síndrome premenstrual y los síntomas de la menopausia. Esta es una acción positiva, pero puede implicar también trastornos en el ciclo menstrual de las pacientes más sensibles. Asimismo, está desaconsejado en aquellas mujeres que toman la píldora anticonceptiva o siguen un tratamiento estrogénico durante la menopausia.

Estudios realizados en animales demostraron que el sauzgatillo provoca un descenso de la producción de testosterona, lo que confirma su utilización histórica para calmar los ardores sexuales de los hombres -lo llamaban la “pimienta de los monjes”-. Es por ello que está indicado especialmente para las mujeres, salvo si esta disminución del ardor sexual y de la “energía masculina” le interesa (teniendo en cuenta que la testosterona está implicada en numerosos procesos fisiológicos en los hombres, como el bienestar mental y la construcción de la masa muscular).
Tome de 30 a 60 gotas de tintura de sauzgatillo 60 minutos antes de irse a dormir. En este caso también puede probar a variar el momento de la ingesta y las dosis si fuese necesario, aunque sin sobrepasar las cantidades e intervalo indicados.

Plantas para el retorno venoso

Si tiene problemas de varices, piernas pesadas, edemas… es interesante observar la correlación entre el agravamiento de los síntomas circulatorios (piernas pesadas, dolor en las pantorrillas cuando hace calor…) y el agravamiento del SPI. Si usted nota que efectivamente existe una correlación, será conveniente que centre parte de sus esfuerzos en un protocolo destinado a reforzar la integridad del tejido venoso utilizando las plantas que le indico a continuación.
Aquí tiene una lista de plantas denominadas circulatorias que se pueden tomar solas o en mezcla.

  • Castaño de Indias (Aesculus hippo-castanum), se toma en dosis bajas y a largo plazo, a razón de entre 5 y 10 gotas de tintura dos veces al día.
  • Rusco (Ruscus aculeatus), del que se emplean las raíces. Tome de 30 a 60 gotas de tintura dos veces al día.
  • Meliloto (Melilotus officinalis). Tome de 30 a 60 gotas de tintura dos o tres veces al día.
  • Ginkgo (Ginkgo biloba), tomado en forma de comprimidos estandarizados que contienen un 24% de heterósidos y un 6% de ginkgólidos. Debe tomar 120 mg dos veces al día. Pero atención: esta planta está desaconsejada si toma medicamentos anticoagulantes, ya que podría acentuar sus efectos. Además, se recomienda detener el consumo de ginkgo dos semanas antes de cualquier intervención quirúrgica.

Plantas para los aportes de hierro

Lo primero es que acuda al médico para medir una posible carencia, que podrá cubrir con un complemento alimenticio a base de hierro.
También podrá consumir una infusión diaria de plantas mineralizantes, como por ejemplo la ortiga (Urtica dioica), especialmente interesante para reponer sus reservas de hierro.

Prepare un litro de infusión por la mañana con 20 g de hojas de ortiga secas y déjela infusionar tapada durante 30 minutos. Tómela a lo largo del día caliente o fría. Si el sabor de la ortiga le desagrada puede añadir una planta aromática, como por ejemplo menta o hierba luisa. La cura se hace durante tres semanas seguidas, para parar después durante una semana de descanso, y se repite en caso necesario. Atención: la ortiga es diurética y por ello no conviene a las personas que ya tienen la tensión baja.

Asimismo, en el mercado podrá encontrar otros productos concentrados a base de plantas con gran contenido en hierro, así como complementos nutricionales específicos.

Fuente: Plantas & Bienestar / Diciembre 2017

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