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CÁNCER Y ÁZUCAR

CÁNCER Y ÁZUCAR

Imagine que dejar de consumir ciertos alimentos pudiese llevar a las células cancerosas hasta la inanición…

De esta forma, el tumor que está en pleno crecimiento se detendría de inmediato. Al estar privado de alimentos, empezaría a consumirse y encogerse, hasta desaparecer. Según algunos investigadores, en algunos casos este sueño puede llegar a convertirse en realidad.

Ahora verá qué es lo que necesitan las células cancerosas para subsistir.

Las células pueden funcionar gracias a dos combustibles

Las células disponen de dos tipos de combustible: la glucosa y los ácidos grasos. Las células tienen que quemar estos combustibles para transformarlos en energía celular (ATP o adenosín trifosfato). Para ello necesitan oxígeno, que les llega a través de la respiración y la sangre.

El combustible y el oxígeno se queman en el interior de la célula, en las mitocondrias, que son unas “minifábricas” ubicadas dentro de las células y encargadas de producir la energía celular. Las mitocondrias pueden funcionar o bien con oxígeno y glucosa, o bien con oxígeno y ácidos grasos.

Cuando el oxígeno escasea 

Sin embargo, las mitocondrias no disponen siempre del oxígeno suficiente. Por ejemplo, cuando corremos muy rápido y nos falta el aire, a nuestras células les falta oxígeno.

Por suerte, podemos seguir corriendo a pesar de todo, ya que nuestras células son también capaces de producir energía sin oxígeno, mediante un proceso metabólico intracelular anaeróbico, que les permite funcionar cuando no hay oxígeno. Sin embargo, sólo es posible con glucosa (y no con ácidos grasos).

Las células cancerosas son adictas a la glucosa

Las células cancerosas, que son muy agresivas, se reproducen con rapidez y pueden abundar en una misma zona, prefieren el metabolismo intracelular anaeróbico para poder funcionar.

Pero por otro lado, éste no es posible con los ácidos grasos, lo que significa que las células cancerosas requieren un gran aporte de glucosa. De hecho, necesitan 20 veces más glucosa que una célula sana. Hasta tal punto es así que el escáner PET (que es el que permite ver un tumor tras inyectar material radiactivo en una vena, que captan las células del cáncer y el escáner transforma en imágenes) puede servir para detectar el cáncer en un organismo observando únicamente aquellas células que consumen más glucosa.

Así, a las células cancerosas lo único que les interesa es encontrar glucosa a cualquier precio, como si fueran toxicómanos, y como tales se olvidan de su entorno.

Cuando sólo disponen de ácidos grasos, están abocadas a la inanición. De esta forma, la producción de energía celular desciende y las células cancerosas pierden su agresividad y su capacidad multiplicadora. No ocurre lo mismo con otras células del cuerpo (como las del cerebro, el corazón y otros músculos), capaces de sobrevivir únicamente gracias a los ácidos grasos, pues su comportamiento es menos frenético.

Cáncer en cascada

La glucosa es, por tanto, el verdadero combustible de las células cancerosas. Además, la ingesta excesiva de azúcar también incrementa el riesgo de cáncer por otras vías:

  • El metabolismo anaeróbico de glucosa en las células produce ácido láctico, que a su vez produce una acidificación de los tejidos cancerosos, lo que favorece aún más el crecimiento del tumor.
  • A mayor ingesta de azúcar, mayor será su nivel de azúcar en sangre y más insulina fabricará su páncreas. Y es que la insulina estimula la producción de una molécula llamada Insulinlike growth factor-1 (IGF, factor de crecimiento similar a la insulina), una potente hormona responsable de la proliferación no sólo de las células sanas, sino también de las cancerosas.
Reduzca su riesgo a contraer cáncer

Esto es lo que hay que hacer para reducir el riesgo de alimentar un tumor hambriento de glucosa:

  • Reduzca su consumo de alimentos transformados e industriales, como los platos preparados, las harinas refinadas (blancas) y los alimentos que se fabrican con ellas (pan de molde, pan blanco, bollería y pastas blancas), así como las bebidas azucaradas y zumos.
  • Coma cereales en cantidades que se adapten a su actividad física (puede evitar comerlos si no hace deporte).
  • Haga de su plato una paleta de colores: verduras y frutas variadas en color son ricas en antioxidantes y disminuyen las inflamaciones (arándanos, uva roja, tomates y verduras verdes). Hay varias excepciones, por supuesto, como la coliflor, el rábano silvestre y los espárragos, que aunque son blancos resultan excelentes para la salud.
  • Evite en la medida de lo posible las parrilladas y las frituras.
  • Priorice los productos grasos de gran calidad: pescado graso pequeño, nueces de todo tipo, aceite de oliva virgen extra, aguacates, huevos ecológicos (enriquecidos con omega 3 si es posible).
  • Evite los productos grasos industriales (vinagretas, mayonesas de todo tipo y, por supuesto, todas las galletas de aperitivo tostadas y saladas).
  • Adapte su modo de vida para reducir las causas de estrés; cambie de trabajo, de ciudad y de actividades si éstas no le permiten llevar una vida suficientemente relajada.
  • Reduzca el uso de productos tóxicos que puedan penetrar en su cuerpo (productos de limpieza, barnices, colas y plásticos).
  • Tome una o dos copas de buen vino al día, a poder ser tinto.
 Bibliografía: www.saludnutricionbienestar.com

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